Bueno, hoy por fin he llegado a mi querida tierra Euskadi (País Vasco) y va a ser el último día que comente sobre mi viaje a Andorra, el día en si quiero decir. Porque la verdad que para volver ha sido una odisea, sino no sería un buen viaje, ¿cierto?
Por la mañana hemos hecho lo típico, recoger las cosas y dejar limpio el apartamento. Nada fuera de lo común. Entregamos las llaves en recepción y nos ponemos rumbo a Euskadi. Al pasar por la frontera nos hemos puesto nerviosos ya que llevábamos algo de alcohol y basta para que tengan un mal día, te paren y te hagan sacar todas las cosas del coche y que te pillen el alcohol. Bueno, al final pasamos la frontera sin ningún problema.
Cuando estábamos llegado a Zaragoza nos salta el chivato del aceite. Una movida de la leche, porque nos tenemos que parar en el arcén de una carretera secundaria (no íbamos por autopista porque nos habíamos saltado la entrada) y cada vez que pasaban los camiones zarandeaban el coche con el aire. Además, mi padre no quiso poner los triángulos porque para sacarlos tenía que vaciar todo el maletero y eso era cosa imposible porque habíamos estado a la mañana jugando al Tetris para poder meter todo el equipaje.
Total, que el coche tiene el aceite justo para poder andar y llegar hasta una gasolinera cercana donde nos paramos para comprar aceite. Al ir a mirar el aceite, no teníamos ni idea de qué aceite comprar y mirando el librillo que trae el coche con las especificaciones tampoco nos hemos aclarado. Resumido; hemos comprado un aceite cualquiera que le valía al coche, no el homologado. Ya me veía yo equivocándome y echándole aceite de oliva virgen extra al coche.
Después de echarle aceite al coche, nos ponemos en marcha y paramos un poco más adelante en un bar/buffet para comer. Al entrar y ver pintxos, mi madre y yo decidimos comer unos pintxos en vez de un mísero bocata. Así que mi madre decide confiar en mí, error garrafal, y me dice que le coja los mismos pintxos que yo coja para mí. Cojo tres pintxos y de esos tres dos eran una mierda. Me explico: el pintxo de tortilla en vez de estar hecho de huevo estaba hecho de huevina y la patata estaba más dura que una piedra, vamos que estaba incomible. El segundo pintxo era de jamón ibérico y llevaba tomate, cosa que a mí no me gusta nada. El último pintxo era una croqueta de txorizo que estaba buenísima. Cabe decir que mi madre como los dos pintxos anteriores no le habían gustado decide darme su croqueta y acabo comiéndomela yo.
Después de comer nos montamos en el coche y retomamos nuestro camino. A lo largo del viaje paramos un par de veces a estirar las piernas y tomar el aire y a eso de las 5 de la tarde llego a mi casa. Un viaje de vuelta intenso la verdad pero ya estoy de vuelta en mi tierra querida.
Esto ha sido mi viaje de vuelta. Si os ha pasado alguna vez alguna aventurilla parecida, dejádmelo en los comentarios para que lo lea.
Jonan.